lunes, 1 de abril de 2013

“Los ensimismados” de Paul Viejo

Los ensimismados es Paul Viejo jugando a ser Paul Viejo; un intento (y sólo eso, me temo) tan malo como cualquier otro de hacerse pasar a la posteridad. 

De Paul Viejo lo que menos me interesa es lo que escribe, él, a título personal; como autor, quiero decir. Me interesa su faceta traductora o editora pero no siendo tanta para ocupar toda una vida, ambos sabíamos que llegaría el momento en que tendría que leer algo salido de su puño y letra si no queríamos caer en el olvido mutuo. El elegido de todos los posibles fue su último parto: “Los ensimismados” (Páginas de Espuma). 

El argumento de los relatos contenidos en el libro es, de todo, lo que menos importa. Lo cuentos son cuentos metalitarios, que es lo mismo que decir que Paul Viejo está tan obsesionado con esto de las letras que todo lo que le sale tiene que ver con ellas y no con asesinos bilbaínos o con jovencitas amigas de los potros de tortura forrados de satén. Vivir tan intensamente la literatura, no tener otra cosa en la cabeza es a todas luces un problema mayúsculo si no te gusta la tortilla muy hecha. A Paul Viejo lo que realmente le interesa es el cuento como tal, el ejercicio de hacer un cuento y que se note que lo es, que no caiga en saco roto tanto esfuerzo y tanto no dejar de pensar siempre en lo mismo. Esto no es fácil de explicar y mucho menos de entender si no es con un ejemplo. El primer relato empieza del siguiente modo: 

SOLO SI JACK ES CAPAZ de mantener en alto la escopeta, si logra permanecer apuntando un tiempo considerable, este cuento puede llegar a alguna parte. Será necesario que la situación continúe siendo la misma, es decir: que la mirada del cañón no se desvíe, no encuentre distracciones, ojos quebrados en grito, manos sudadas; es decir: que la distancia que existe ahora mismo entre Jack, su mensaje de pólvora y ese hombre sobrecargado de tensión en la mandíbula debe ser igual, es necesario todo el tiempo, porque un centímetro de variación, un movimiento inesperado, el nervio y la traición de un pie que se deslice, precipitará, tal vez, el final de este cuento, las razones de Jack, la recompensa de una muerte. 

A eso me refería con usar el cuento como una excusa para hablar del cuento. (Deberíamos poner a escribir a carpinteros, artesanos o sastres. Buscarles un negro listo que les ayude y dejarles hacer, a ver si así, saliendo del medio, logramos que la literatura no tenga que ser la mitad de la veces parte del decorado.) Esto se repite con más o menos éxito a lo largo de dieciséis historietas, eso sí, escritas con una corrección y una calidad digna de elogio (no seré yo quien le reste valor al chaval) pero que pasado el tiempo se diluyen en la memoria cual aspirina efervescente. Hay en el cuento actual una querencia por el olvido que habría que analizar. Esa capacidad para no trascender tiene que ser reconocida de una santa vez. Esa puta manía de escribir cuentos para conseguir el elogio de los compañeros de profesión (que son, a la postre, más compradores que lectores) va camino de ser deporte olímpico de puro habitual. Ese hacer de la literatura el origen, el medio y el fin último de la propia literatura acabará mal, ya verán. 

Lo dicho, que todo es más o menos el mismo rollito taller de narrativa tomado desde diferentes perspectivas. Para que me pillen el chiste, les dejo una segunda y última cita: así comienza el cuento catorce: 

Y SI LE DIGO ESTO es porque sé que es usted escritor. Un cuento tiene que ser siempre un cuento, no puede ser ninguna otra cosa. Y no me estoy refiriendo a que se produzca cierta confusión de géneros, como que se pretenda hacer pasar por novela lo que en realidad no es sino un relato alargado de manera más o menos hábil, o que una sucesión de cuadros imprecisos y mal terminados aspiren a dejar de serlo recibiendo otro calificativo que no es el suyo. Me refiero a que el cuento hay que considerarlo como un hecho físico. 

Elvira Navarro, en la revista Qué Leer, lo define como ser hiperconscientemente literario. Esto lo coge Vila-Matas y te hace un nudo gordiano con una cenefa de encaje de camariñas de morirte de bonito. Pero no le falta razón. Tampoco cuando afirma que señalar profusamente que "un artefacto es un artefacto sea tal vez demasiado insistir en un asunto que va de suyo". Sin embargo, y sin ánimo de llevar la contraria, no puedo estar tan de acuerdo, cuando, por aquello salvar al colega, termina la reseña diciendo que “[…] leído en su propia ley Los ensimismados es intachable”. Elvirita, amor, leída en su propia ley la guía telefónica de Teruel también. 


49 comentarios:

  1. ...y no porque sea uno de los grandes colegas del que mayor Caza (sic) en Páginas de Espuma, no, claro que no...

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  2. Hola, Tongoy.
    Estoy con el último de Pron y estos días he hecho un paréntesis en la lectura. Bien, ahora mismo tendría que hacer un gran esfuerzo para recordar alguno de los cuentos que he leído (sí que puedo advertirte que hay unos cuantos que tratan de "el hecho de escribir" :). Sin embargo, no es que me estén disgustando o me parezca que estén mal escritos, simplemente, como tú señalas, se evaporan de mis recuerdos como charcos al sol. Joder, Tongoy, ¿por qué ocurre esto? ¿se debe únicamente a sus tramas pretendidamente insustanciales o hay algo más? Tú que tienes un cráneo privilegiado, dedícale un post, anda, please. A mí me da pereza porque soy una zombie descerebrada pero siento mucha curiosidad por este fenómeno que me lleva ocurriendo desde hace bastante tiempo. Dejo claro que es cierto que tengo muy mala memoria pero si lo pienso, sí que hay cuentos que todavía permanecen connmigo: de Cheever, de Wolff, de Fadanelli, de O'Connor, de Munro... y algunos de ellos no tienen tramas especialmente "impactantes".
    Bueno, si te animas a desentrañar un poco este misterio (que creo afecta a bastantes lectores) te lo agradeceré.

    Abrazo

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    1. Yo creo que una de las razones es que los de Cheever, Wolff, Salinger o Cortázar nos llegan una vez han sido filtrados por el tiempo. Supongo que en su momento estarían también rodeados de mucha tontería. (Esa que deben estar ahora rescatando las nuevas editoriales). Ahora todo dios escribe y todos dios publica y por ser hombres y mujeres de nuestro tiempo y vivir a la última nos tragamos toda cuanta mierda hay. Dentro de veinte años los cuentos que valgan la pena serán aquellos que sigamos recomendando a nuestros amigos de verdad.

      Me hace gracia que me digas esto porque estoy escribiendo una reseña de otros relatos en la que hablo precisamente de todo esto de la "insustancialidad".

      Mi opinión personal es que vivimos en el Mundo Blog y hay demasiada literatura que no tenía que haber salido de ahí o de los talleres de escritura creativa. No todo es publicable, por el amor de dios. No todo merece ser publicado. Dos mil amigos en facebook jaleándote el librito de mierda del mes no es la mejor crítica constructiva.

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    2. Pues mi cuentista favorito es Chejov, y no me pidáis que recuerde ninguno de los argumentos de sus cuentos. Cuanto más sutil y menos tangible es el meollo, más fácil es olvidarlo, y eso no significa que la historia sea mala. Tampoco significa que sea buena, claro. Sólo que lo memorable que sea o no un cuento no es la prueba del algodón.

      Tengo un amigo que repite a menudo que hoy con la narrativa está pasando lo mismo que con la poesía: que ya no quedan lectores, sólo escritores. Lo dice con ese mismo tonillo despectivo que ha usado Tongoy ("todo dios escribe"). Y cada vez que lo dice yo me siento un poco ofendido. ¿Quién, exactamente, tiene entonces derecho a escribir? ¿Y quién lo decide? Ya puestos, supongo que deberíamos rendir homenaje a los lectores "puros", indudablemente superiores a toda esa morralla con aspiraciones literarias.

      Respecto a que todo dios publica: no. Doy fe, jejé. Se publica cada vez menos. El año pasado, dicen, un 6% menos que el anterior. Otra cosa es que se publique mal. Pero incluso eso es difícil de evaluar: al final se trata de una comparación con tiempos pasados supuestamente mejores. Que no hemos vivido.

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    3. Varias cosas. El Mundo Blog ha sido nefasto para la calidad de la literatura, esa cosa tan elitista, pero fantástico para la democratización de la cultura, se entienda por ella lo que cada cual quiera. Pero en realidad todo sigue estando igual que siempre, como no iba a ser de otra manera. Venden los mismos de siempre - deduzco que a la inmensa mayoría de los lectores que permanecen totalmente ajenos a los tejemanejes de la blogosfera-, o los que destacan por su calidad, independientemente de todo lo demás, como siempre. Tampoco es cierto que, pongamos, veinte años atrás todo lo que se publicaba fuera maravilloso. En realidad lo bueno siempre llega y ha llegado a través de recomendaciones personales.

      Saludos

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    4. Eso me interesa, porque es a lo que estaba dándole tb vueltas: ¿para que un cuento se considere bueno ha de ser (entre otras cosas) memorable? ¿no es perdurar en la memoria de los lectores lo que busca un autor o realmente no? ¿o es otro tipo de permanencia lo que se pretende? Se habla tantas veces de la buena literatura como una experiencia que nos cambia, ¿puede cambiarte algo que se olvida al momento? ¿qué es lo que se queda con nosotros; la simple anécdota o algo más profundo que a lo mejor, por ser menos identificable, pasa más desapercibido?
      Igual hay que definir de una manera más exigente ese criterio para juzgar un relato. De hecho, hay cuentos horrorosos que nunca se olvidan por desgracia.

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    5. En mi humilde opinión, Zombie, creo que la 'calidad literaria' está muy mitificada. Claro que hay obras memorables, ¿pero cuántas? Pasa como con la música, creo, no veo por qué se le debe pedir más a un libro que a una canción. Hay canciones memorables, otras que gustan durante un tiempo, otras que te hacen bailar en un momento dado y luego las olvidas, otras que sin ser nada del otro mundo tienen su gracia, y las directamente malas las mires por donde las mires. Con los libros creo que pasa lo mismo. Tampoco es necesario que te 'transforme por dentro', pero tiene que haber un mínimo, claro.

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    6. O sea, que como mínimo 'te haga bailar'.
      Saludos

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    7. También depende de a qué llamamos "memorable". Si lo que uno tiene que recordar es el argumento, entonces no, ser "memorable" no prueba nada. Ahora bien, si lo que uno tiene que recordar es su propia experiencia mientras leía, o el haber dicho "qué de puta madre" cuando terminó, entonces sí, claro que una historia debe ser memorable. Pero de lo que hablábais más arriba era de lo primero, creo.

      Respecto a que la literatura tenga que transformarnos, estoy con Ire. A lo mejor un libro que nos pille muy críos y muy confusos. Pero en general, si realmente nos afecta, creo que es algo más paulatino; claro que una persona que se mete días tras día en cabezas ajenas no vive igual que otra que sólo conoce la suya propia -o la de cuatro escritores malos. Pero los efectos de un obra concreta no creo que puedan llegar a ser muy espectaculares.

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    8. Bueno, si lees a Primo Levi o a Imre Kertesz está claro que no vuelves a ser el mismo. Pero tampoco vamos a pedirles a todos los escritores que pasen una temporadita en un campo de concentración, no? : )
      Saludos

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    9. No sé yo eso de que la literatura cambie algo, Zombie. Lo del campo de concentración me parece una buena idea (me propongo administrador) pero siempre con la condición de que ese no sea el tema de su obra futura.

      Estoy con Ire: hay muchos matices. Yo personalmente me conformo con que una obra me “toque” o “provoque” algo”; lo que sea (está la cosa como para exigir) y si ese algo lo provoca Antonio Gala, pues nada, oye, bienvenido sea. Por otro lado sospecho que todo esto de escribir/publicar tiene más que ver con la necesidad de alcanzar los prometidos y ansiados diez minutos de gloria que con cualquier otra cosa, pero esto tendrían que decirlo quienes escriben. No es mi caso. A mí me resulta incomprensible que alguien se tire todo un año (ejem!) pensando, desarrollando y escribiendo algo que yo me voy a leer en unas horas. Tiene su aquel fascinante, es verdad.

      Bajoelpesodelalluvia (bajo el peso de la lluvia estoy yo, este invierno), seguro que me has entendido. Cuando digo (decimos) que todo dios escribe me refiero a demasiada gente sin talento. Amazon es un buen reflejo de ello. No quiero dar a entender que los que se autoeditan sean malos escritores, ni mucho menos, sino que simplemente “salen a luz” y uno (yo) no puede dejar de llevarse las manos a la cabeza precisamente por lo que hablaba en el párrafo anterior. Es de suponer que entre tanta gente muchos no valgan un duro.

      Yo no sé cuánto representa ese 6% menos, pero me sigue pareciendo muchísimo lo que se edita. La semana pasada salió otra editorial nueva. Una exeditoria o colaboradora o lo que sea que hiciese en Ático de los libros se ha puesto por su cuenta (¿me lo parece a mí o Ático de los libros aka Principal de los libros va camino de darse la gran hostia?) y ha montado una llamada Siberia. ¿En serio puede el mercado aguantar este ritmo? Yo tengo, actualmente, una media de 8 libros al mes, ¡y no llego, no llego, no llego, ni a una cuarta parte de lo que “quisiera”!

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    10. "A mí me resulta incomprensible que alguien se tire todo un año (ejem!) pensando, desarrollando y escribiendo algo que yo me voy a leer en unas horas. Tiene su aquel fascinante, es verdad."
      Joder, Tongoy.

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    11. Lo digo completamente en serio. Yo soy un vago redomado (y a mucha honra) por lo que este esfuerzo tan mal pagado que la gente lleva a cabo ¡en su tiempo libre! me parece un heroicidad. Por eso creo que todos aquellos que se dedican a esto y no tienen ni pizca de talento merecían ir a cárcel por tontos. Con perdón.

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    12. Vaya, el que los cuentos de Paul no te hayan gustado os ha dado cancha para empezar toda una reflexión sobre por qué cuesta tanto encontrar libros de autores actuales que os "hagan bailar". Yo, como sugiere el de la lluvia, creo que todo el mundo tiene derecho a escribir. Sin embargo, también creo que para llegar a escribir ese libro que nos remueva, hay que pasarse mucho más que un año trabajando en él: hay que pasarse toda la vida. Un escritor no lo es solo por escribir una novela, lo es porque no puede vivir sin escribir. Y los hay que además intentan por todos los medios mejorar la técnica para contar lo que quieren pero no son capaces de lograrlo y los hay que ni siquiera se plantean que sea necesario. Yo creo que eso, ahora que cualquiera publica en Amazon pero también antes en las editoriales, hace que haya muchas novelas que ni siquiera te remueven algo dentro.

      Pero también creo sinceramente que la "culpa" de esta queja vuestra no solo la tenemos los escritores que hemos banalizado temas y técnica. También la tienen los editores. Hace poco, una persona con una gran experiencia editorial me decía que no conseguía entender cómo era posible que una de mis novelas que había leído hacía poco no la hubieran publicado en ninguna de las editoriales en las que me pidieron el manuscrito. Esta editora terminó dándome algunas recomendaciones para mejorarla. En su opinión, esos errores que ella veía, aunque otro editor podría no opinar igual, podían haber sido la causa de que la hubieran rechazado: dos de las cuatro protagonistas femeninas son muy guapas y otra es muy elegante (y esto da sensación de subliteratura), una de las voces narrativas es un soliloquio que tiene demasiado peso y al final le hacen falta dos páginas más. Según ella, podía haber pasado que hubieran "picado" por allí y por allá en el texto, que tiene más de cuatrocientas páginas, y, si habían leído en los lugares equivocados, hubieran decidido no ir más allá.

      En cambiar esas recomendaciones yo tardo una semana.

      Si es así como se descarta una novela en una editorial, ¿qué autores de los consagrados se habrían quedado fuera solo porque algunos de sus manuscritos iniciales no eran perfectos? ¿Cómo se escoge lo que se publica? ¿Es realmente como me dijo la editora? Porque anda que no se publican novelas imperfectas.

      Es cierto que yo no tengo nombre, no soy famosa ni ganas y mi único valor seguro es que me tiro lo que haga falta escribiendo y que no dejaré nunca de estudiar y de leer a otros para intentar seguir mejorando mi escritura. Pero cuando leo comentarios como los vuestros es cuando más me animo a seguir.
      Está claro que yo no puedo confirmar que esas razones fueran las que llevaran a las editoriales a rechazar esa novela, quizás es que esta editora no tiene razón y no es tan buena como ella cree, pero lo que sí sé es que de ella he vendido miles de copias en Amazon a tres euros y, habiendo desaparecido ya del puñetero Top 100, se sigue vendiendo porque los lectores se la recomiendan.

      Así que lo que yo he terminado haciendo como escritora (en ciernes) es intentar escribir la novela perfecta que "toque" algo sin un editor. Llevo mucho tiempo buscando ese editor que me diga las tres cosas que le faltan a mis novelas pero lo que he terminado haciendo es empaparme de libros que hablan sobre cómo escribir para llegar a ser capaz de escribir sin editor. No queda otra.

      Y mis disculpas por el rollo, si es que alguien ha tenido ganas de llegar hasta aquí; es que de esto sí que podía hablar… y hablar…

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    13. Por cierto, que al releer tengo la sensación de que ando publicitando lo que escribo. Lo siento, debía haber buscado otro argumento. Pero espero que la crítica se entienda. No se trata de mis novelas, mis cuentos o mis relatos, se trata de lo que se escribe y se publica. ¿Cómo se selecciona realmente? Supongo que para vosotros será un tema manido. Para mí es EL TEMA.

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    14. 1. La culpa es de los escritores que banalizan, los editores que banalizan y los lectores que nos dejamos banalizar. Por otro lado lo banal tiene su punto. ¿Quién no oculta algún secreto en el armario?

      2. Uf, el tema de los criterios editoriales da para seiscientos post. Habrá de todo, como en botica. Desde los promotables de Don Claudio, en esa búsqueda del nuevo mercado; aquellos que buscan sobre todo juventud, como los Alpha; los que se inclinar por el posmodernismo no español, como Pálido Fuego…

      Ahora bien, que “Un escritor no lo es solo por escribir una novela, lo es porque no puede vivir sin escribir” es algo con lo NO PUEDO. Sin comer no se vive, sin escribir sí. Se sobrevalora el acto de escribir. Siempre. Que uno sufra mucho escribiendo sólo demuestra que algunos no saben divertirse. Por otro lado hay una forma de comprobarlo: que dejen de escribir todos los que lo afirman; si se mueren, tendré que darte la razón. Si no se mueren, tendrás que dármela tú a mí. ¿Nos jugamos algo?

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    15. Joe, mira que eres duro, Carlos. Ganas tú, claro. Te doy la razón. Si dejo de escribir no me muero en lo fisiológico pero sí estaré muerta en lo anímico. Desde que escribo sé quién soy y por qué leches he estado yo dando vueltas hasta ahora. También creo que escribir ficción es criticar la realidad. Y eso me da vida también. No puedes ir por el cole de tus hijos criticando lo que ocurre allí porque te tachan de pesada y conflictiva y les rebajan la nota (esto es ironía pura, por si no se ve claro) pero si escribes una novela en la que matas a dos profesoras y criticas el sistema entonces quizás alguien te escuche y cambie algo en la forma de vivir de ese alguien y sufra menos.

      Y me trae al fresco que se pueda hacer un chiste de esto. Es lo que siento. El que dejar de escribir mata al escritor verdadero es una metáfora. Matar de verdad matan otras cosas, tienes toda la razón.
      Y quizás se sobrevalore el acto de escribir en sí como acción pero como reacción no lo creo. Desde que empecé, ando indagando sobre qué es una novela perfecta, una obra maestra, y voy teniendo una idea de la de secretos que hay que guardar en el armario para crear una. Como me queda muy lejos la hazaña, me centro en un objetivo nada fácil: "hacer bailar". Y te aseguro que no puedo ponerme a escribir si algo no me conmueve como para empezar a pensar qué trama me sirve para trasladar ese sentimiento. Por eso digo que mientras escriba, estaré viva.

      También me he equivocado al generalizar: a saber lo que sentirán otros escritores.

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  3. Agapito Martínez1 de abril de 2013, 10:53

    Estoy de los juegos metaliterarios hasta el moño... muchas veces encubren al escritor que simplemente no tiene nada que decir... Sin embargo, cuando se juega con profundidad con la literatura el cuento se salva y el autor brilla, véase a Borges, Cortazar, Calvino, Barthelmed...

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  4. El problema no son los temas o la metaliteratura o la "hiperconciencia". El problema es la falta de talento. Me permito recomendarle una joya: "Un cuento sobre cómo se escriben los cuentos" de Boris Pilniak. Verá cómo no lo olvida tan fácilmente.

    También creo que ha estado buscando, quizás por falta de información, en los lugares incorrectos. A Paul Viejo no lo publican por lo que escribe, sino por lo buen colega que es. ¿Y los lectores? Que se jodan.

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    1. Lección aprendida. Era falta de información, es verdad. La culpa es mía, que siempre me pongo en lo mejor aunque luego presuma de todo lo contrario.

      Ya he localizado el relato de Pilniak. Lo leo y le cuento.




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  5. No creo que lea este libro, de modo que no puedo decir nada sobre él. En todo caso, y al margen de la expresión "hiperconscientemente literario", dos cosas. Primero: en algún sentido, toda la literatura es metaliteraria (El Quijote..., en fin). Segundo: si se llama Borges, Cortázar, Barthelme (no "Barthelmed") o Calvino, perfecto; si se llama Pérez y ha nacido después de, digamos, 1970, muy mal, intolerable, insoportable. Esta forma de razonar es verdaderamente triste. Hay de todo: bueno (e incluso bastante bueno) y malo.

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    1. (incluso bastante malo).

      Cierto, Cadou, pero de esa desconfianza no tiene culpa el lector, en mi opinión. No toda, al menos.

      Ahora, con tanta novela resucitada y reeditada y retraducida y re-todo), debería ser un momento perfecto para sacarle los colores a la mala literatura del pasado.

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    2. Exacto. Mucho se critica lo nuevo y poco lo viejo reestrenado. Suele ser peor. Nada más insoportable, como dice el editor de Páginas de Espuma, que la literatura de la nostalgia.

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    3. Así es, Carlos, "incluso bastante malo". Por cierto, la primera frase de mi comentario es un sinsentido lingüístico, así que corrijo: No he leído este libro –y no creo que lo lea–, de modo que no puedo decir nada sobre él.
      abz.

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  6. Ya sabes lo que pienso Tongoy: o estás podrido de literatura o al que está podrido de literatura le da la puta risa. Es lo que pasa cuando te tiras leyendo todo el día salvajadas como la Historia de Riquer y Valverde y sacando una Historia secreta del bizantino Procopio de aquí y un Sin futuro del rococó Vivant Denon de allá. Y claro ocurre lo que ocurre: que has plagiado Moo Pak de Josipovici y tú como un idiota sin saberlo. Cosas que tiene ser un pajillero.

    De todas formas, yo no llamaría metaliterario, a juzgar por los fragmentos, a Paul Viejo. Diría que es más bien, metaficcional, especular o narcisista, dependiendo de si seguimos a los españoles, franceses o anglosajones. De hecho, los fragmentos parecen sacados de Esto no es un cuento de nuestro amigo Diderot. Metaliterarios serían el citado Josipovici, Gaddis en Agape Agape, casi todo Vila-Matas y Bolaño, ese supuesto Markson defendido por Olmos y algo de la intertextualidad de Barnes y Coetzee, vamos todo lo que sea un derivado de Borges, o en su defecto de Papini.

    Y sí, estoy totalmente de acuerdo. La crueldad y la cerdada son mucho más literarias que la propia literatura. Pero para eso tienes que haber perdido toda esperanza de convertirte en un escritor profesional, dado que la metaliteratura es la vía más rápida de camelar a un editor -yo soy un claro ejemplo-. Aun así, lo más razonable es el término medio -puto Aristóteles-, esto es, el jodido Cervantes. A veces se nos olvida que la novela moderna nace precisamente merced al intento de explicar -puto Foucault y puto Barthes- qué es lo que hace a una novela ser literatura. Ahora bien, sin una historia desgarradora, apaga y vámonos. Como digo yo Hans Reiter sí pero con aventuras delirantes, misterio y puta decadencia.

    Un fuerte abrazo y gracias por la recomendación.

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    1. Pero es que tú te me vas siempre a los extremos, Diablo, y así no se puede.

      El puto Josipovici. Cagonlá... sólo me acuerdo de él cuando te veo.

      Hablando de metaliterarios -y habiendo citado a Vila-matas y Bolaño- tengo que hacerte llegar el de Iyer. Recuérdamelo si ves que se me olvida.

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  7. ¿Ensimismado o pasmao?

    Les voy a contar a propósito, la historia de una construcción que se hizo en Sevilla, cuando la EXPO 92. Los arquitectos o los constructores, o ambos, lo definieron como "edificio inteligente". El tío controlaba la temperatura, la afluencia de usuarios en los ascensores, la incidencia de la luz... ¡el recopón!.

    A los dos meses, los ascensores se atascaban, hacía un calor de la hostia y las persianas se atrancaban cada dos por tres. Los sevillanos, con ese gracejo propio que los caracteriza, no descompusieron el gesto y se limitaron a empezar a llamar "el listillo" a la obra.

    Moraleja: a "la banda" la intercontextualidad le suda la polla. Quieren el agua clara y el chocolate espeso.

    Como tiene que ser. Como ha sido siempre. ;-)

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  8. Tongoy, creo que tú mismo podrías contestar a la pregunta de por qué escribe la gente puesto que ¿Cuántas páginas tendría el libro si se publicaran las entradas de tu blog?,¿Cuánto tiempo empleas en cada una?,¿Cuales son tus motivaciones? (aparte de la de servicio público, claro está :p) ¿Compartir una opinión, reflexión o idea?,¿Recibir feed-back de las mismas?¿Sacar de la cabeza eso que lleva tanto tiempo rondando?,¿Voluntad de trascender a la memoria propia?,¿Darle salida a todo lo que uno ha aprendido en las cientos de horas de lectura?

    Creo que sea cual sea la respuesta puede coincidir con las distintas motivaciones que lleven a un individuo a ponerse manos a la obra con la literatura.

    Hay más razones.

    A veces, cuando Patricia discute con su marido Mario Vargas Llosa le insulta gritándole:¡Es que lo único que sabes hacer es escribir! Por muy mal pagado que esté el oficio en según qué sectores hay gente que no sabe hacer otra cosa que juntar palabras. Es un oficio, como otro cualquiera.

    Hay quién practica el bricolaje por hobby,a lo mejor un carpintero podría sorprenderse al igual que lo has expresado tú: "¡lo hacen en su tiempo libre!". Y habrá carpinteros que ya jubilados sigan haciendo de las suyas en casa volviendo locas a sus señoras por las virutas de serrín en el patio. Entre los aficionados al bricolaje o carpinteros no profesionales, habrá manitas que fabriquen unas mesitas de té divinas de la muerte pero solo las quieran para uso personal; otros que, hartos de acumular cosas en casa, intenten darle salida a las mesitas y sacarse un dinerillo (aunque sea poco); y seguro que también habrá quién haga una puta chapuza de mesa, y que para colmo consiga venderlas.


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    1. Bueno, Nuria, yo creo que esa sería la visión romántica. Hay otra más pragmática. Con unos cuantos casos nada accidentales se ha intentado promover la idea de que todo el mundo puede escribir y hasta publicar si se lo propone. Vista la facilidad con la que lo han logrado algunos, y lo que se ha publicado, sin ningún tipo de criterio o rigor sino simplemente como ejemplo de la sociedad 2.0, es lógico y lícito que cada vez más quieran probar. Lo que ocurre es que no siempre cantidad es sinónimo de calidad, pero la rueda sigue girando, que a fin de cuentas es lo único que importa.

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    2. Yo creo que a estas alturas hay más escritores que lectores. Toda este gente que escribe parece hacerlo para los escritores y no para los lectores. Se va cerrando el círculo. Sueño con que se cierre del todo y queden todos encerrados en él.

      Estoy acabando el libro de Lars Iyer, un libro que habla mucho de escritores y del proceso creativo. Será un tema interesante. Quiero acabarlo ya sólo para hablar de él.

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  9. Estoy completamente de acuerdo contigo, pero igual tanto costumbrismo marital de oficios ha empañado un poco la idea de fondo que no es en absoluto romántica, i think: hay escritores profesionales con voluntad de trascendencia que escriben porque consideran que es su oficio y su único modo de subsistir mejor o peor,y por otro lado hay escritores aficionados.

    Entre unos y otros los hay buenos y malos, y si los malos consiguen publicar no es su problema, sino de las editoriales y por extensión de los lectores.

    Parece lógico que quién junte unas letritas con mayor o menor fortuna intente darles salida,por ver si cae, pero como dice el refrán, "Contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar". Virtud de la que carece el panorama editorial según la cantidad de mesas de té, desencoladas y chapuceras, que intentan colarnos cada dos por tres.


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    1. Por descontado. Pero lo triste es que, a pesar de las apariencias, las posibilidades reales de publicar siguen siendo escasas porque las editoriales hacen sus cuentas en función del número hipotético de lectores que van a tener, ya sea porque de tan malos como son es difícil resistirse a la tentación de comprobarlo por ti mismo, ya sea por lo caldeado que esté el ambiente antes de que aparezca el nuevo libro. Y mientras tanto seguro que muchos que lo merecerían no verán sus libros en una librería ni en sueños. No es lógico que con todo lo que se llega a publicar salgan... ¿cuántos? ¿tres? ¿cuatro? ¿cinco libros a lo sumo cada año que no sean una tomadura de pelo de escritores españoles? No se entiende. No salen los números.

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    2. Quede claro que un editor apuesta su dinero tanto como si jugara al póquer, y empieza con un farol. Luego dejas los libros, luego los que nos se venden se te devuelven, y antes has adelantado mínimo 3000 euros, mínimo. El sistema editorial de devoluciones es una partida de cartas llena de temblores y sudores fríos. Así que un editor puede y debe editar lo que le plazca, bueno, malo, amigo o desconocido. Además... que un libro sea bueno o malo... buff es como la moral, todo es susceptible de calificarse como bueno o malo, pero además cada uno tiene su propia opinión, y menos mal. Así que ¿por qué no dejamos de criticar a los editores? Salud y república!! SAR

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    3. Mucho que matizar.

      No creo que nadie cuestione el riesgo de un editor. Sorprende muchas veces que se asuma el riesgo de publicar ciertas cosas, pero oye, bien, perfecto, cada uno sabrá lo que hace con su dinero. Lo que no creo que debamos dejar de hacer es criticarlos. Ni a ellos ni a nadie, vaya. Entre otras cosas porque inundan el mercado de basura de la que sólo ellos son responsables. Yo sé que esto es una selva, pero cojones, se supone que un editor es algo más que el tío que te coloca el libro en la calle, no? Pues eso es lo criticable: todo lo que no hace.

      Sospecho que, por los libros que tengo para reseñar, este será un tema recurrente en los siguientes posts.

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    4. Perfecto, anónimo, cada cual apuesta su dinero cómo y dónde quiere. Pero entonces que en las fajas, reseñas promocionales y demás artilugios publicitarios se especifique bien clarito: "Esto es una apuesta personal de quien se juega los cuartos. Se declina cualquier responsabilidad en caso de que alguien, pensando que invierte su dinerito en octavas maravillas del mundo, pudiera sentirse estafado. No se admiten reclamaciones".

      República siempre, por supuesto.

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    5. Y eso sin tener en cuenta que si el editor hoy se limita a jugar con su dinero no hay ya nada que lo diferencie de un broker. Lo malo es que los efectos de una caída de la 'bolsa cultural', por llamarlo de alguna manera, a veces tardan siglos en paliarse.

      Teniendo en cuenta que los libros son prescindibles, convertirlos en un simple objeto de consumo tal y como está el patio me parece prácticamente un suicidio. Pero está claro que es su problema, no el mío, que como máximo habré perdido 20 euros confiando en alguna editorial que intentaré esquivar en el futuro.

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    6. Visto así Ire, son valientes como pocos. ;)

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    7. No lo dudes. Pero los vicios se los paga cada cual ;)

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  10. Gracias por la lectura, Carlos. Y por seguirle la pista a las otras cosas que hago.

    Cuando he visto la entrada pensé que era cosa del April Fool's Day. Pero no. Ha sido una paliza en toda regla, y tendré que encajarla como bien pueda.

    Y sí, lo de la trascendencia es un tema muy interesante y resbaladizo.

    Gracias de nuevo.

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    1. Gracias a ti por la deportividad, Paul. Y por pasar a comentar. Prometo no dejar de seguirte la pista.

      Mierda; lo del April Fool's Day se me pasó. Tendré que apuntarlo para el año que viene.

      Un saludo.


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  11. Tonguete, la mayoría nos pasamos la vida haciendo cosas que no nos gustan o cosas que les gustan a otros o, como mínimo, cosas que no nos la ponen del todo dura, por así decirlo. Morcillona todo lo más.

    Pero cuando abres una página de word en blanco al menos sabes que ahí puedes poner todo lo que te dé la gana, en el espacio que te apetezca, a tu puñetera manera, y te puedes ahogar en humor o en aquello que mejor te salga de las narices. Mandas tú y mandas mucho. Eso a mí me pone bastante.

    Publicar ya es otro cantar porque no depende mucho de ti. Cada uno escribe lo que sale de él porque cada uno es como es y escribir como otro canta enseguida. Y luego dependes de todo un serial de personajes dentro de una maquinaria manifiestamente imperfecta, que aciertan lo mismo que el mono con los ojos vendados de aquel famoso experimento de inversión en bolsa.

    Quique

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    1. Quizá por eso hay tanto taller de narrativa en este país: demasiada frustración acumulada entre la plebe.

      También puede ser que como hobby es realmente barato y no te obliga a interactuar con otros seres humanos. Hasta yo, con todo lo que leo, me gasto una cantidad irrisoria de dinero.

      Me vale, como excusa.

      Hablando de ahogarse: estoy leyendo al Everett (iba a decir "al negro" pero podía no ser entendido) y no te lo vas a creer pero se ahoga tres veces en cada línea. Esto lo pillan aquí y no lo editan si no mata antes a media plantilla. Qué cosas.

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    2. Ergo soy el Everett español.

      Por cierto, me ha dolido lo de la "excusa". Mucho. Pero estoy de acuerdo en eso de que es un hobby barato.

      Otro motivo para escribir es que, si no, tienes que dedicarle el tiempo a otra cosa. Hacer pesas, chatear, pasear, ir de compras, beber, ver la tele, pensar en la muerte, etcétera. Rebate eso, piltrafilla!

      Yo ya he escrito lo que tenía que escribir. Ahora toca otra cosa, que las hay. El sexo? Por ejemplo. Ya sabes que, a diferencia de ti y de todos tus secuaces, soy un megafollador voraz.

      Quique.

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    3. Quique... ¿activo o pasivo? ;-)

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  12. Pillín, que eres un pillín.

    Quique

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  13. Interesante reseña, Tongoy.
    Una cosa: he notado que te metes con los autores poco o medianamente conocidos. ¿A que no te atreves a meterte con Vila Matas, Mendoza o Posadas? jeje

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    1. Ningún problema. Simplemente no me interesa tanto lo que tienen que decir, quizá porque ya sé más o menos lo que dicen. Pero tiene razón, los tengo muy abandonados. Prometo enmedarlo.

      Bueno, me acuerdo ahora de que hay por alguna parte un post del último de Marías.

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